El fantasma del ascensor
Todos los días, Marta se encontraba en el ascensor con el mismo chico. Le parecía tan, tan guapo... que no podía dejar de mirarlo de reojo. Estaba decidida a decirle algo algún día, pero se cortaba mogollón. Una mañana, tuvo una súper sorpresa. ¡Él se lanzó a romper el hielo!: «¡Hola! ¿Vives en el edificio?». Ella le dijo que sí, pero apenas se atrevió a mirarle a la cara porque estaba súper nerviosa. «Entonces, ¿fijo que conoces a Eli?». Ella hizo que no con la cabeza. Con el tiempo y gracias a un montón de cortas charlas que tenían todos los días en el ascensor, supo que Eli era su novia. Pero... un día, sin saber por qué, Marta se fijó en la manga derecha de la camisa del chico. Y es que... ¡¡¡estaba manchada de sangre!!! La herida debía ser horrible porque la mancha era enorme. Súper preocupada, Marta quiso preguntarle qué le había pasado, pero, cuando iba a hacerlo, el ascensor se paró y el chico salió corriendo. Ella se quedó un rato quieta, plantada en la portería del edificio. No se podía quitar de la cabeza esa horrible mancha roja hasta que... un vecino la hizo reaccionar. «Chica, ¿estás bien?». Marta le dijo que sí, pero que acababa de ver salir del ascensor a un chico herido. El vecino le miró súper extrañado y le dijo: «Imposible, no puede ser. Hace años que no lo uso, desde que un chico se pilló la camisa con la puerta y, al ponerse el ascensor en marcha, murió. Era el novio de Eli, la del quinto».
El fantasma del ascensor
Todos los días, Marta se encontraba en el ascensor con el mismo chico. Le parecía tan, tan guapo... que no podía dejar de mirarlo de reojo. Estaba decidida a decirle algo algún día, pero se cortaba mogollón. Una mañana, tuvo una súper sorpresa. ¡Él se lanzó a romper el hielo!: «¡Hola! ¿Vives en el edificio?». Ella le dijo que sí, pero apenas se atrevió a mirarle a la cara porque estaba súper nerviosa. «Entonces, ¿fijo que conoces a Eli?». Ella hizo que no con la cabeza. Con el tiempo y gracias a un montón de cortas charlas que tenían todos los días en el ascensor, supo que Eli era su novia. Pero... un día, sin saber por qué, Marta se fijó en la manga derecha de la camisa del chico. Y es que... ¡¡¡estaba manchada de sangre!!! La herida debía ser horrible porque la mancha era enorme. Súper preocupada, Marta quiso preguntarle qué le había pasado, pero, cuando iba a hacerlo, el ascensor se paró y el chico salió corriendo. Ella se quedó un rato quieta, plantada en la portería del edificio. No se podía quitar de la cabeza esa horrible mancha roja hasta que... un vecino la hizo reaccionar. «Chica, ¿estás bien?». Marta le dijo que sí, pero que acababa de ver salir del ascensor a un chico herido. El vecino le miró súper extrañado y le dijo: «Imposible, no puede ser. Hace años que no lo uso, desde que un chico se pilló la camisa con la puerta y, al ponerse el ascensor en marcha, murió. Era el novio de Eli, la del quinto»
El peligro de la «ouija»
Aquella noche, Paula y sus amigos se colaron en un colegio abandonado para jugar a la «ouija». ¡Querían invocar espíritus! Y estuvieron un largo rato. «Es tarde, una vez más y nos vamos», dijo Paula. Y comenzó una invocación que marcaría sus vidas para siempre. «¿Cuál es tu nombre?», invocó Teo en voz alta. «Alma», respondió alguien desde el Más Allá. «¿Quieres hablar?», siguió Teo. «Sí, pero aquí no, en el aula H». ¡Y desapareció! Todos se miraron extrañados, pero buscaron el aula. Estaba en el sótano. «Alma, ¿estás ahí?», dijo Paula. «Sí, estoy aquí», contestó. «¿Por qué nos has traído aquí?», le preguntó Paula nerviosa. «Para mi venganza». ¿Qué? Los chicos se asustaron, tiraron la «ouija» e intentaron huir, pero la puerta estaba cerrada. De repente, sintieron un escalofrío y entonces vieron a una mujer con la cara quemada y ensangrentada. Era demoníaca... El conserje encontró a los chicos aterrorizados al día siguiente. Ya recuperados, descubrieron que aquella mujer había muerto en un incendio, porque nadie bajó al sótano a salvarla, a liberarla...
Scorpio_17
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